Por
Julián Tadeo Romero Mateos.
La
historia termina después de esa noche de amor, cuando creí tener el mundo a mis
pies con esperanza cultivé la ilusión, con un beso surgió la pasión y en un
tierno abrazo culminó nuestro amor.
Cómo
cambian las cosas, cómo cambian las personas; hoy te veo y no te conozco no
creo lo que sucede, es demasiado peso para mi corazón.
Todo
se extinguió como aquel cigarrillo olvidado en el cenicero, cuyo fuego se apagó
como la pasión que jamás existió.
Hoy
te veo con tristeza, tú me miras con indiferencia y no queda más para continuar
con la historia. La noche termina, te vas como llegaste y el frio inunda este
cuarto que alguna vez fue una hoguera donde el calor nos consumió.
Sin
embargo, te amé y estoy seguro que lo supe hacer, aunque creo que nunca
sentiste lo mismo. En el ocaso de nuestro amor, solo me resta llorar lágrimas
de amargura y seguir viviendo a pesar de todo.
Antes
de marcharte me miras en silencio, mientras me coloco el saco y resisto el
llanto ante ti. Qué ironía, ayer te conocía de los pies a la cabeza pero hoy
mientras veo como abordas el tren al olvido, somos extraños nada más, solo eso
somos...