Por Margarus Margarum
Con otoño de viejas juventudes
quedaron opacadas tus alegres
primaveras.
El sol de tus ojos ya no brilla con
cándidas miradas
como solían brillar cuando estabas
conmigo.
Te cambiaron los vestidos, los zapatos,
el cabello:
Te hicieron a la presunción de unos
brazos viejos
y como profecía
ya sabía de la cárcel de los pesos.
Ayer te vi ataviada con prendas
elegantes,
con el radiante sol de tus cabellos
revestidos de oro puro
cual Marilyn Monroe
pero con la sonrisa de circense ante un
público
que de sobra sabe de tus penas.
Hoy buscas primaveras que comprar
hombros donde llorar tus lágrimas de
cocodrilo.