Por Margarus Margarum
Quedaste emancipada de las emociones intensas de mi modo de ser que como el calor de este verano te sofocaba.
De mis delirios de amarte incesantemente como el aleteo cansado del colibrí.
Te liberaste de la opresión de los celos y de las inconsistencias de mi carácter que para colmo no tenía ni la válvula de escape de una olla exprés.
Y sin mentir yo también me redimí de esta inseguridad que me ponía muy nervioso.
Y de mí, ¿Qué más esperas?
Tu amigo. Tu pecado. Tu desprecio.
Sea lo que sea, ego te absolvo.