Ir al contenido principal

A usted, señora.


Por Márgarus Margarum


A usted,  señora

La venero con toda la elegancia de sus prendas, que  en  juego  con  sus accesorios la hacen  lucir hermosa y distinguida cual  magnificencia de una emperatriz.

Yo, jovial enamorado, declararé  frente a la corte de moralistas y envidiosos que no hay flor alguna que se compare a lo excelso de  su belleza cuando usted está  desnuda.

Porque las rosas y las demás  flores son pétalos de un día, y  usted, señora será siempre una  manifestación sublime de lo bello, aquello que mis manos torpes y toscas han acariciado, y que a mi cuerpo mortal y a mi  alma pecadora le ha dado regocijo.

Lo más visto este mes

El brujo de Juchitán. Francisco Toledo.

Masonería en San Andrés Tuxtla. De historias faroleras.

20 años de La Barranca

Nacho López. Fotografía mexicana.

¿Por qué duele saber? A la memoria del maestro José Eliud García Medrano.