Para mí amigo Carlos Cortés
En
fin
que
no he vivido nada.
No
sé qué cosa es una guerra
y
tengo como prisión al cuerpo
y
alma como campo de batalla.
Me
debato entre la duda
de
reflexionar o fluir;
esto
es situarse en el palco de los espectadores,
o
estar
en
cada íntimo instante del milagro.
Vivo
de pedacitos,
pero
aspiro a la totalidad,
es
decir a Mozart y al poema que me redima
y
me revele los espacios absolutos
y
la nada.
Percibo
de mí
los
sitios más secretos:
la
culpa,
una
tercera conciencia de las cosas,
la
dualidad del pensamiento,
la
ira pequeña
por
lo que ya ocurrió.
Pero
he vivido poco. Treinta años.
Dos
amores de piel
y
un querer abandonar
esta
espera que me señala la vida.
Anhelo
la anarquía,
el
más tierno desorden del amor,
la
cábala
los
relojes de arena y una habitación sencilla.
Quiero
tener un destino trazado de antemano,
encontrarme
con Dios
y
los abismos
y
no tener conciencia de la llama.
Ser
la llama misma y la aventura.
Pero
vengo de soledades últimas,
de
conversaciones que nunca concluyeron,
de
espejos que me miraron desde la infancia hasta ahora,
de
abandonados armarios de caoba que fueron
de
tías o de abuelas remotísimas.
Cuán
poco he vivido.
No
conozco la guerra. Y tampoco la paz.
Me
duele la orfandad,
el
desarraigo,
el
sentirme extranjera en cualquier sitio,
el
no pertenecer
a
una familia o a una patria.
No
puedo narrar una batalla;
ni
hablar del hambre y de la peste,
ni
escribir la canción de algún soldado herido,
ni
hablar de mujer violada,
ni
decir cómo es un cementerio después de una llovizna.
Pero
anhelo decir en el poema
que
la vida me conmueve,
que
respiro mejor cuando me entrego,
que
necesito amar de la manera más simple y primitiva.
Me
gusta la paz y la defiendo
y
la guerra cuando es justa,
y
el sabor de las mandarinas cuando llega el verano,
que
me gusta ser una y arraigarme en el cosmos,
y
sentir que mi vida palpita al mismo tiempo que la vida,
aunque
no haya vivido,
aunque
mi hambre sea de infinito,
aunque
no sepa expresar
que
por alguna razón precisa estoy aquí,
a
punto de vencer,
a
punto de morir,
de
vivir.
Mía Gallegos. Nacida en San José Costa Rica en 1953. Imagen tomada de Revista Mito |