Por Christian Leobardo Martínez Aguilera.
El campesino se dice, cultiva.
Cultivar se dice-intelectualmente- es cultura.
El campesino cultiva el campo mediante la siembra de la semilla y lo cuida de la lluvia, de la plaga, de la hormiga.
Cuidar la siembra es su cultura
y procurar sus frutos su cultivo.
La cultura en el campo es relacionarse con la tierra,
en-cargarse las obras de la tierra.
Otro tipo de cultivo y de cultura está en el lenguaje,
esto es: la poesía.
El poeta se dice, poetiza.
Poetizar se dice a su vez es instaurar un mundo.
El poeta poetiza el mundo mediante el cultivo de la palabra
Y la cuida como el campesino su tierra.
El poeta es el campesino del lenguaje,
su cultivador.
¡El cuidador de la palabra es!
Siembra la semilla de la palabra y la cuida.
Es la cultura del poeta cuidar la semilla de la palabra
y procurar sus cultivos,
sus flores, sus frutos, las obras.
Las obras de la poesía que son: las imágenes de la palabra.
La cultura del poeta es relacionarse con el lenguaje,
encargarse de sus obras.
El poeta debe ver con el lenguaje,
pero este debe lo implica antes que nada en una relación,
no en una tensión,
por ello, el poeta que debe ver con el lenguaje a su vez
tiene que ver con él.
La cultura del poeta es procurar el campo del lenguaje.
El poeta está en relación con el lenguaje,
él es el cercano al lenguaje.
Él lo cultiva mediante la palabra.
El poeta cultiva el campo del lenguaje,
el campo del más sensiblero de los bienes.
Campesino del lenguaje es el poeta:
siembra la palabra,
la remueve en su profundidad arando el campo del lenguaje,
espequea con sus sentidos,
espera lluvia de ideas o acaso también la luz meridiana de su pensar.
Al final, recoge la cosecha,
es decir, algo dicho y sembrado instauradamente en el mundo.
Siembra asentada que le procura otras semillas para volver a sembrar.
El poeta cosecha la flor de la palabra.
Donde abrió surco floreció un mundo.
Ventura Alvarez Sala
(Spanish, 1871–1919)
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