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El otoño de tus viejas juventudes


Mujer pelirroja en un sofá. Por Henri de Toulouse-Lautrec


Por Margarus Margarum

Con otoño de viejas juventudes
quedaron opacadas tus alegres primaveras.

El sol de tus ojos ya no brilla con cándidas miradas
como solían brillar cuando estabas conmigo.

Te cambiaron los vestidos, los zapatos, el cabello:
Te hicieron a la presunción de unos brazos viejos
y como profecía
ya sabía de la cárcel de los pesos.

Ayer te vi ataviada con prendas elegantes,
con el radiante sol de tus cabellos revestidos de oro puro
cual Marilyn Monroe
pero con la sonrisa de circense ante un público
que de sobra sabe de tus penas.

Hoy buscas primaveras que comprar
hombros donde llorar tus lágrimas de cocodrilo.




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