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Mostrando las entradas de julio, 2019

Segundo encuentro Arte Mixteca-Oaxaca.

4 de agosto de 2019.

Hombres al natural. Por María Sanz.

Hombres al natural Son seres grises, inequívocamente masculinos, que lo mismo me envían algún ramo de rosas con cuatro plenilunios de retraso, que intentan sorprenderme al llegar en su lata (léase coche) último modelo donde se sienten mágicos. Seres brillantes, portadores de un agua de colonia que anuncia su presencia con cuatro primaveras de adelanto; hombres al natural, de calle y riesgo, que buscan evadirse llevándome a cenar. Puedo ingerirlos antes de que caduquen, pero se me indigestan media hora después, y no merece la pena estropear esa velada. Madre Naturaleza, los pones a mi alcance, y agradezco tus sabias intenciones. Pero yo siempre he sido inequívocamente femenina, y declaro ante ti que cada vez es mayor la distancia que nos une.

Con tacones altos. Por María Elvira Lacaci

Y yo llevaba un gorro muy moderno. Parecía una extraña cazuela. Unos tacones leves y muy altos. Un abrigo atrevido. Unos guantes y un bolso de color avellana. Los labios y los ojos pintarrajeados. No debía de ir mal. Las mujeres  volvían la cabeza para mirar la hechura del abrigo. Los hombres... Pero yo, bajo la piel y aquella vestidura de comparsa, llevaba otro ropaje de un tejido muy denso. Era de angustia. Y añoré mi pelo suelto, mis zapatos bajos, mi abrigo deportivo, mi tez morena, solamente el agua. Tú me veías, Dios. Y cómo hablamos. Yo te decía que estaba muy ridícula con todo aquello. Tú dijiste que sí. Y compartiste el tan amargo leve movimiento de mis labios oblicuos.

Erótico. Marguerite Yourcenar

Tú la avispa y yo la rosa; Tú el mar, yo la escollera; En la creciente radiosa Tú el Fénix, yo la hoguera. Tú el Narciso y yo la fuente, En mis ojos tú brillando; Tú el río y yo el puente; Yo la onda en mí nadando. Y tú el sol y  sal Y en los labios el caudal Del rumor meciendo el juego. Yo el pájaro y el cielo Azul cruzando su vuelo, Como el alma atiza el fuego. Versión de Silvia Barón-Supervielle

MAGAR. Por Nap

Quizás está madrugada sea un poco diferente, tengo bastante sueño y estoy un poco agotada.  Pienso un poco en ti y en tus guardias que no se comparan con las mías. Por un momento me quedé dormida, y por 5 minutos soñé contigo, lo que para mí fue una hermosa eternidad, escribo sobre esto creyendo que lo leerás y que automáticamente sabrás que es para ti. La verdad no sé si te tomarás el tiempo o si acaso te agrade el hecho de que alguien te escriba un par de palabras tontas. Escribir es lo mejor que yo hago para expresar lo que siento, ya sabes, todos esos sentimientos que tenemos los humanos. Dime, ¿qué hago con esto que siento?, lo que más me consume por dentro es el no poderte decir esto. Sólo necesito que me leas, sin juzgar o criticar. Creo soy tu fan en tus redes sociales, lo que es algo tonto por no decir otra cosa. He visto como ligeramente en tus fotos levantas un poco la ceja y que esa misma tiene una pequeña línea en blanco que la hace diferente a la otra

Los trabajos y los días.

Por Christian Leobardo Martínez Aguilera.   Pájaros extienden los amaneceres. En alas, colgadas llevan esos caballos etéreos tensadas reatas amarras para extender puntuales al vuelo el telón azul del cielo. Al revoloteo, a la música de los gallos mariachis se despiertan el día, la tierra y la semilla. Aún no amanece y ya la vida está servida, la naturaleza hizo lo suyo. Un niño es el campesino dentro de la padremadre del mundo. El campo de trigo. Vincent van Gogh

Coreografía. Mía Gallegos.

                                                             Para mí amigo Carlos Cortés En fin que no he vivido nada. No sé qué cosa es una guerra y tengo como prisión al cuerpo y alma como campo de batalla. Me debato entre la duda de reflexionar o fluir; esto es situarse en el palco de los espectadores, o estar en cada íntimo instante del milagro. Vivo de pedacitos, pero aspiro a la totalidad, es decir a Mozart y al poema que me redima y me revele los espacios absolutos y la nada. Percibo de mí los sitios más secretos: la culpa, una tercera conciencia de las cosas, la dualidad del pensamiento, la ira pequeña por lo que ya ocurrió. Pero he vivido poco. Treinta años. Dos amores de piel y un querer abandonar esta espera que me señala la vida. Anhelo la anarquía, el más tierno desorden del amor, la cábala los relojes de arena y una habitación sencilla. Quiero tener un destino trazado de antemano, encontra

María. Por Nereyda Flores

Una mujer mira adentro de su bolsillo de él saca una pipa, de ahí mismo un encendedor, fuma un poco y mientras lo hace    su cuerpo es una bacha que se esfuma poco a poco     expandiéndose por los límites de la realidad. Ella se mira en sus pensamientos y la otra ella que le regresará la mirada cree que sus ojos son verdes, verdes como las fumadas. Pero dejemos que crean en eso ya nosotros sabemos que están rojos. Pintura de Valentina Guido Crepax

A estas palabras menudas. Por Francisco Hérnandez.

-A estas palabras menudas se las va a llevar la trampa, me aseguras. Y añades en voz baja: -Ojo con el hoyo hirviente de las bellas bailarinas tramposas.   Francisco Hernández nació en San Andrés Tuxtla, Veracruz, México en 1946.   Imagen tomada de terceravia.mx