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Tacón de aguja. Por Galaxia Guerrero.




Escuché el tac tac tac tac
de unos pies amordazados,
vi estatuas con martillos  
en los talones,
me costaba  entender
la introyección de esas imágenes tilicas
y largas en el interior de tantas cabezas pensantes,
me alegraba de no estar a la altura
de  la sepultura Cosmopolitan o Vanidades,
me alegraba de ser mediana y sin aspiraciones,
me alegraba de poder caminar largas distancias
sin esfuerzo ni temblor,
me alegraba de no tener los pies en la tierra
ni en esos artefactos de tortura diseñados para alargar piernas
y figura,
me alegraba de no ser sólo piernas.
Ojos…
pensé en ojos como puentes
y alas  
más valiosos que caderas y muslos,
escuché el tac tac tac de tacones de aguja
y pensé en las flores y los muertos tan plácidos,
pensé en la agitación inane de los vivos,
en esos pedestales de aguja insípidos
y su genealogía parecida a baba de caracol,
calacas tilicas y flacas siempre a la moda
y la moda como boca de lobo masticando
algo más que la palabra “individuo”.
Me taladró el martilleo tac tac tac
y recordé el tic tac del tiempo
cuando vi pasar a la mujer entaconada
como un rayo presuroso a punto de estrellarse,
eran las 12:20 y me alegraba y me entristecía
sin motivo aparente.

Galaxia Guerrero.

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