Poeta y campesino. De Enrique Collar |
Por Christian Leobardo Martínez Aguilera.
Es difícil soportar ser
poeta,
sobre todo por soportarlo
todo.
Nacerlo, quererlo,
convertirlo de nuevo todo.
Es difícil soportar ser
poeta no por los que creen permisarlo:
universitarios,
académicos, vacas sagradas, editores,
críticos literarios y
todos esos demás que saben.
Lo he visto.
Luego luego -porque
indefenso es el poeta-
como garrobos contra
mariposas
ya te mandan un ejército,
un auctoritatem de
críticos capaces
para patearte el culo.
“Y que Zeus nos libre” dicen
“que llegara a permitirlo
la voz sobria de la
crítica”
Por otro lado, la poesía,
la inocente
Esa sabia savia de la
vida, la poesía,
esa, esa es un sin
permiso,
un río abajo que nos
corre en el alma.
Y no, si lo difícil no es
ser poeta o intentarlo
(que vaya a saber la
genealogía ontológica
en que se resuelve ese
ser);
lo difícil es darle la
razón a Berkeley y
ser sólo sí se es percibido.
Y qué otro problema,
éste,
el de tiempos nuestros,
los de los percibidos,
los de poetas sin poesía
con lectores de fácil oída.
Contra ello, habrá que
levantarse temprano,
o acostarse tarde o no
acostarse
y escribir,
esa disciplina.
Aunque ¡Qué va!
Debemos asumir la vida
poética
cómo se asume plantar
algo:
convicción campesina.
Coa y a trabajar desde
temprano
el sol a sol de los
“verso a verso”.
Sembrar lo que brota en
los papeles: Versos
esas flores de la tierra
de hoja en blanco.
Replantarlos en los ojos
en los corazones
en las verdades
en las sonrisas de las
muchachas.
Porque…
¿Qué no es un poema pues?
Sino lo recién plantado
que siempre ha de
retoñar.
Canto de pájaro por la
libertad,
fuerza verdadera
que empuja a su lugar,
allá, a la mezquindad
a quien no trabaja el
poema
y vive de la poesía.
Así que bueno, yo,
que acaso rayo la
regionalidad
he de hacer una petición:
que el oficio no vaya
quedando sin nacer sonetos,
sin nacer imágenes, sin
nacer universalidad;
que no llenemos nuestro
tiempo
de más poetas sin poesía.
Una poesía pido, un
verso, señor, señora,
así, bonito, espontáneo,
como decirle a la
muchacha que tengo
enfrente que:
Asomo el ojo
Al este de tu cintura
Como hace el Sol al alba
sobre las palmeras
de Sol borrachas-decía
Lara-
de tu playa de mujer.