Los cuerpos celestes sempiternos
en armonía, todos, elogian tu
sonrisa,
porque tus hoyuelos hermosos que
se forman en tus mejillas recrean
perpetuamente lagos de ilusiones,
mismos que envidian las
estrellas.
Yo, mortal desde la tierra,
enamorado estoy de ella.
¡Qué deleite sería besar las
curvas de tus labios!
Y
descubrir en ellos tus constelaciones de alegrías,
para provocar en tus días,
sonrisas que nunca se apaguen.
Afortunado te bendigo cuando
ese par de lagos de ilusiones
aparecen frente a mis ojos y
me hacen soñar contigo.