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De lado izquierdo. Por Margarus Margarum.



Te quiero, pero no al estilo conformista y establecido como quieren los embusteros. 
Yo te quiero, sí, pero de otro modo, de lado izquierdo. 

No quiero ser Adán a como tampoco quiero que seas Eva, seamos la manzana que hizo el prodigio del encuentro de sus cuerpos: el pecado. 
Y dejemos que los otros, entorno nuestro nos idolatren y pequen. 

No quiero ser  Jesús a  como  tampoco   quiero  que    seas  La  Magdalena, seamos  aquella marca dibujada   por  unos  dedos  callosos  en  el  polvo. 
Y dejemos que los hipócritas y envidiosos lancen la primera piedra. 

No quiero ser  Sansón a como tampoco quiero que seas Dalila, seamos aquellas manos que sujetan la tijera del peluquero y desmienten la corona opresiva de los reyes. Y con una sola quijada matemos a mil filisteos.   

No quiero ser Romeo a como tampoco quiero que seas Julieta, seamos la daga y el veneno, trampolines para su amor eterno, la muerte. 
Y dejemos  que los Montescos y los Caputetos nunca entiendan el amor postmortem.

No quiero ser  Abelardo a como tampoco quiero que seas Eloísa, seamos la tinta y el papel de aquellas epístolas cargadas de  erotismo teológico-filosófico, que provocaron que aquellos amantes se sigan amando  hasta en la tumba. 
Y dejemos que las manos sigan dirigiéndose más a los senos que a los libros. 

No quiero ser como esos amantes clásicos.
    
Seamos solamente los dos, con nuestros deseos, virtudes, pensamientos, contingencias y finitudes, siempre de lado izquierdo.   
Y desde  este  mundo,  amor,   seamos  amantes de  nuestro  tiempo.

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