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Matinal. Por Nereyda Flores.




Hoy me di cuenta de que no somos el uno para el otro.
Cómo no me di cuenta, debí saberlo desde que no concordamos en la música, desde que nunca nos hemos puesto de acuerdo con la comida, además de que prefiero los guisos complejos y no la rapidez de dos huevos revueltos, debí saberlo.

Siempre he precisado de los besos y vivir de ellos, cómo pude ser tan ciega para permitirme nunca recibirlos, cuando menos, en el acto. Y es que yo sabía que no somos el uno para el otro desde que no hubo caricias veraniegas, desde que no me tomaste de la mano para cruzar la acera y no me miraste a los ojos mientras nuestros cuerpos desnudos yacían sedientos. Yo ya sabía que no debía esperar el vino y las baladas los fines de semana. Con lo bonito que me sale ser amor y ser pasión.

Tonta de mí al creer que cocinaríamos juntos al anochecer, tonta de mí, mía es la culpa por aferrarme y seguir aferrándome a la idea tan tonta de poder cambiarlo todo. No somos el uno para el otro, no soy la mujer para ti, no sé qué estaba pensando y no sé qué estás esperando para darte cuenta y ya decirme adiós o ¿es que también te aferras?

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