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Mostrando las entradas de noviembre, 2019

De la caída. Por Nereyda Chimalhua F.

Ángel caído. Alexandre Cabanel Pienso en ti, Ángel, y te proclamo demonio, desterrado del cielo, te alejas en el firmamento, hoy no es la luz, no es el tiempo, hoy no es el grito en el que los dos navegamos hacia el mismo infierno. Lucifer, eterno olvido en la infinitud de la media noche en que te pronuncio, Luis y fe, vuelto hombre y vuelto motivo sobre la tierra de los vivos. Luz y fe, luz y fe, pero tristeza junto a los caídos. Poema publicado en “Voces de la escritura”, Editorial artesanal independiente Manantial entre Arenas. junio 2019 ---------

Gritos respirando en silencio. Nuevo contenido en el blog.

“Puse las manos donde mis guantes querían, Puse el rostro donde mi antifaz podía revelármelo: mi única hazaña ha sido no ser verdadero, mentir con la conciencia de que digo la verdad”. José Carlos Becerra. Más de un mes sin publicar en el blog, un blog que ha flaqueado y engordado y vuelto a flaquear por amor, por dolor, por ausencia, por alegría. Más de un mes sin convocar a las palabras, sin convocar al amor, sin convocar al olvido, más de un mes sin comunidad de emociones, de sentimientos, más de un mes de insomnio poético, más de un mes de vigilia onírica, de locura sobria y ebriedad lúcida. Las imágenes se volvieron gases tóxicos que erosionaron la saliva negra como lágrimas ahogadas en el calendario marchito al que se le cayeron las sonrisas como dientes de león que el viento de una música triste se llevó al olvido de lo inmortal. Y bueno, después de las ausencias las presencias gritan respirando sus silencios, el blog resucitado de ent...

Espacio virtual. Por José Carlos Becerra.

José Carlos Becerra en Fotografía tomada del volumen La ceiba en llamas, Álvaro Ruiz Abreu, México, Cal y Arena, casa del tiempo Escribir un nombre sobre un rostro, escribir un rostro sobre una mirada, esperar la señal de la noche en el color blanco de unas manos, retener la respiración como si fuera un secreto respirar; no basta. Un hombre no es un rostro, un rostro no es la superficie de una mirada, el dolor no es la piedra de toque del infinito, la argucia de vivir, la belleza de unas manos es como un tránsito de guantes, doloroso camino de la memoria a la verdad, del deseo a los labios. Cada ruido proyecta en sí mismo su lado silencioso, su semejanza con una fuente inclinada, miradas que no aparentan ríos… He aquí este ejercicio alrededor de la vehemencia, la obstinación inconfundible de los primero temblores, soñando un rostro, soñando un rostro como una bella anticipación de la noche, como una descarga del abismo de la belleza, tal vez...