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De historias faroleras 1.

De café y fotografía

Doy un trago al café y escribo, veo a una mujer que limpia la sala de espera de los ADO.

Café de quince pesos "Ruta Café", no sé si sea bueno o malo, sólo lo tomo por falta de cerveza, o whisky, o cualquier otro licor barato; deberían tener bares en las salas de espera, bares, o mínimo vender cervezas, y 
quizá un área para echarse un toque... ¡Sí! ¡Cómo no!

Pues no. Mejor dejo de pensar en esas cosas y me pongo a pensar en cómo se menean las mujeres cuando limpian el piso, cómo alzan los zapatos y se logra escuchar el ruido que se produce cuando la suela de material sintético se despega del azulejo gris de esta sala de espera.

Vuelvo a beber café, como estúpido hipster, como idiota intelectual, y escribo, y me toco los lentes, y me toco la barba, y escucho el bullicio de la gente; todos somos iguales: subimos fotos al face porque ya es parte del reconocimiento que buscamos.

Bebo y escribo y tomo una foto y me río, como actor pésimo, como fotógrafo de instagram, como escritor de blogger.



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