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Teclado chino

Por Armando Madrazo Contreras

Para un intento de poeta o de escritor, un teclado chino es de gran ayuda, en él es posible derramar la furia de los dedos huesudos cubiertos de esa morena piel, o del color de piel que sea, en cualquier caso, el teclado no es racista, no discrimina, simplemente recibe la fuerza que se ejerce sobre él y transporta a la pantalla las letras que uno ni siquiera había imaginado podrían reunirse en una oración o más.

Y es que a veces las palabras surgen tan rápido, o no surgen, pero las sensaciones buscan expresarse a través de letras que puedan llegar a unos ojos u oídos dispuestos a re-significarlas, a disfrutarlas, a hacerlas suyas compartiéndolas una y otra vez. Por eso un teclado chino cobra importancia, pues en él, las manos pueden moverse como si fueran libres y hacer un texto digno de ser reprobado por los poetas que mugen, o por los escritores del sistema, esos que son la medida de todas las cosas.

¡Ah, la delicia de escribir! En algunos, es quizá más placentero que leer, pues aunque leer es necesario y delicioso, escribir tiene ese rasgo casi o totalmente terapéutico en que uno se desahoga diciendo cosas, aunque no sean las cosas que uno quiere o necesita decir.
Por ejemplo, cuando uno está en los brazos de alguna musa narcótica, escribir sobre un teclado chino es como volverse agua y escurrir siendo teclas y hablar de placeres sexuales de manera grotesca y limpia o aludiendo a figuras religiosas.

Sí, también el teclado chino puede ser cómplice de textos pro sistema, de esos lameculos, alabando a tal o cual mesías, político, artista, intelectual o deportistas.
Sí, el teclado también puede apoyar en las escrituras de discursos dogmáticos, fascistas, imperialistas, promotores de las desigualdades sociales y defensor de todas sus instituciones. Tristemente el pinche teclado chino puede ser cómplice de todo.
Pero hoy, mi teclado chino, simplemente colabora conmigo para escribir un poco, ejercitar mis dedos y mi memoria. ¡Sí! Aún recuerdo ciertas palabras, algunas cuantas reglas, y puedo estructurar dos o tres oraciones en mi lengua materna.


¡Dichosos los que tienen teclados chinos! ¡De nosotros es el reino de los intentos! ¡De los pinches intentos en que soñamos hacer poesía o escribir por el puro gusto de hacerlo!

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