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Adictos a las imágenes

Por Moisés Cabo


“Las sociedades industriales transforman a sus ciudadanos en yonquis a las imágenes;
es la forma más irresistible de contaminación mental”.

Susan Sontag



Al despertar y abrir los ojos, vemos algo, y el carnaval de imágenes comienza un nuevo día. Nuestros ojos perciben la luz, las formas se suceden unas a otras: el techo, las paredes, las manos, los zapatos, el piso, el baño, el lavabo, nuestra imagen en el espejo, el cuidado de ella para presentarla ante los demás. 

Si continuamos ordinariamente nuestro día, abrimos esos sitios de redes sociales en Internet, e inmediatamente vemos fotos de perfil de nuestros contactos, vemos lo que comieron, lo que tomaron, lo que están leyendo, los besos que se dan, memes burlándose del presidente, del personaje al que llaman dios, y hasta vemos imágenes que promueven la revolución, otras que están a favor y en contra del aborto, de las drogas y cualquier asunto trivial o trascendente.

Así, las imágenes participan en todos nuestros actos humanos, se vuelven objeto de reflexiones morales, jurídicas, artísticas, eróticas, políticas, pedagógicas. Y es que en palabras de Giovani Sartori La imagen se ve y eso es suficiente; y para verla basta con poseer el sentido de la vista, basta con no ser ciegos. La imagen no se ve en chino, árabe o inglés; como ya he dicho, se ve y es suficiente. Ver imágenes es un hecho, que necesariamente desemboca en una interpretación de lo visto.

Considerando lo anterior, el propósito de este modesto escrito es el de exponer una interpretación del uso de las imágenes, en específico el consumo de imágenes. Para ello es necesario plantear cómo entenderemos el concepto de “imagen”, y a partir desarrollaremos el tema del consumo adictivo de las imágenes, finalmente daremos una humilde conclusión.


Una imagen dice más que mil palabras.


Una definición básica e imprescindible en el idioma español es la que ofrece la Real Academia Española; Imagen. (Del lat. imāgo, -ĭnis). 1. f. Figura, representación, semejanza y apariencia de algo. 2. f. Estatua, efigie o pintura de una divinidad o de un personaje sagrado. 3. f. Ópt. Reproducción de la figura de un objeto por la combinación de los rayos de luz que proceden de él. 4. f. Ret. Representación viva y eficaz de una intuición o visión poética por medio del lenguaje. ~ accidental. 1. f. Biol. imagen que, después de haber contemplado un objeto con mucha intensidad, persiste en el ojo, aunque con colores cambiados. ~ pública. 1. f. Conjunto de rasgos que caracterizan ante la sociedad a una persona o entidad. ~ real. 1. f. Ópt. Reproducción de un objeto formada por la convergencia de los rayos luminosos que, procedentes de él, atraviesan una lente o aparato óptico, y que puede ser proyectada en una pantalla. ~ virtual. 1. f. Ópt. Conjunto de los puntos aparentes de convergencia de los rayos luminosos que proceden de un objeto después de pasar por un espejo o un sistema óptico, y que, por tanto, no puede proyectarse en una pantalla.

La imagen es imitación de lo real, y es también realidad. El común denominador de las diferentes acepciones de la palabra Imagen, es que la imagen es un decir (decir algo, o decir algo de alguien o de algo), pero antes de un decir, la imagen es una vivencia, y esa vivencia es una expresión humana, y es a partir de que las imágenes muestran vivencias, que se dicen cosas de una sociedad, de una cultura, de un momento histórico determinado. 

Lo interesantes es que el consumo de las imágenes está condicionado a su vez por códigos geográficos, sociales, políticos, históricos, económicos. 

De tal suerte que las imágenes pueden transgredir, inspirar, adornar, excitar, adoctrinar, persuadir, intimidar, o causar burla, según los códigos a partir de los cuales se proyectan e interpretan las imágenes. De ahí que las imágenes digan más que mil palabras. 
Para ejemplos, las imágenes religiosas, algunas culturas las han rechazado y otras incluso las divinizan para su adoración. 

La pornografía que para algunos es excitación sensual, para otros es cosificación y denigración humana, e incluso, pecado. Así también, el arte de la pintura que para algunos es contemplación y placer, para otros es incomprensión y futilidad. 

La interpretación de la imagen es fundamental para el uso que se hace de ella. 

El uso ritualístico que hacemos de imágenes de nuestra familia a través de fotografías no dista mucho del temor de “que nos roben el alma” cuando nos toman una fotografía, pues aunque difícilmente podamos creer algo así, igual o más difícil es romper una foto de un ser querido al que recordamos y actualizamos en nuestras vidas a partir de esa fotografía, vídeo o pintura, y al que rendimos homenaje, lealtad y amor, como pueden ser nuestros padres, pareja, hijos, o incluso la creencia en alguna divinidad o ídolo.

¿Por qué consumimos cierto tipo de imágenes y por qué evitamos otros? ¿Por qué queremos ver una y otra vez a esa persona que nos gusta? ¿Con qué objeto tomamos fotografías de casi todas nuestras actividades? ¿Qué hace el cine que nos resulta fascinante? ¿Qué papel juega la imagen en los medios de comunicación.

Muchas preguntas pueden plantearse a partir de la noción de la imagen, ya como imitación de la realidad, ya como realidad, como conocimiento, como goce estético, como adoctrinamiento, o como transgresión. Pero por lo sucinto del presente texto, nos limitaremos a señalar cómo las imágenes se utilizan para la manipulación social, la dominación política, económica, pedagógica, erótica, a partir de la formación de adictos a las imágenes.

“La humanidad persiste irredimiblemente en la caverna platónica, aún deleitada, por costumbre ancestral, con meras imágenes de la verdad”. Susan Sontag.

Recordemos la alegoría de la caverna que usa Platón para expresar que unos hombres que están encadenados (no pueden mirar hacia la entrada de la caverna) y que están condicionados desde el nacimiento a ver únicamente las sombras que se proyectan en el interior de la caverna, las cuales son tomadas como imágenes de la realidad, de lo verdadero. En estas condiciones, Platón plantea la situación de que si un hombre se liberara y pudiera caminar hacia afuera de la caverna, contemplaría una nueva realidad, vería al sol y las cosas como son, y no sus sombras, vería los árboles, los lagos, vería las cosas como son, pero si este mismo hombre regresa al interior de la cueva y platica de sus visiones en el exterior, seguramente sería burla de los hombres encadenados, y no creerían las cosas que les dice. Pues estarían aferrados a considerar las sombras como lo real.

Considerando la frase de Susan Sontag, la relación que se establece entre nosotros y las imágenes que consumimos, parece indicar que preferimos imágenes falsas o distorsionadas de la realidad, y que nos aferramos a ellas como verdaderas. Este texto se ciñe a la idea de que nuestro consumo de imágenes es irracional, y está basado en las sensaciones y emociones, así como el aparente conocimiento de la realidad que nos proporciona dicho consumo.

Y es que coleccionar imágenes es coleccionar el mundo real, es aprehenderlo, pero también es coleccionar mundos fantásticos, virtuales, irreales, pues hemos dotado a las imágenes de “poderes mágicos”, vigorizantes, ritualistas, incluso enervantes. Y aquí otra vez es necesario preguntarnos ¿Por qué preferimos ver unas cosas a otras?

Ver para creer



Aristóteles nos dice al inicio de La Metafísica que Todos los hombres por naturaleza desean saber. Señal de ello es el amor a las sensaciones. Éstas, en efecto, son amadas por sí mismas, incluso al margen de su utilidad y más que todas las demás, las sensaciones visuales. Y es que no sólo en orden a la acción, sino cuando no vamos a actuar, preferimos la visión a todas —digámoslo— las demás. La razón estriba en que ésta es, de las sensaciones, la que más nos hace conocer y muestra múltiples diferencias.

La imagen es entonces un factor fundamental en la formación del conocimiento, pero también como en el caso de la alegoría de la caverna platónica, la imagen es fundamental en la deformación del conocimiento, de la realidad, y es este punto precisamente el que queremos resaltar en cuando al uso adictivo de las imágenes. 

Al hablar sobre las imágenes, surgen varios problemas para definir qué es lo real, que es el fenómeno, el ser, y otros problemas que este sencillo trabajo no abordará, y se enfocará en exponer cómo las imágenes son utilizadas por los medios de comunicación y que crean necesidades de consumo y reproducción, formando adictos a las imágenes. 




El filósofo Enrique Dussel afirma que el mundo es así el sistema de todos los sistemas que tienen al hombre como su fundamento. Los sistemas económicos, políticos, sociológicos, matemáticos, psicológicos, etc., son sólo subsistemas de un sistema de sistemas: el mundo. Las imágenes son utilizadas para hacernos asimilar y comprender el mundo, un mundo basado en el acto de ver, de consumir imágenes, condicionados a imágenes que evocan sexo, violencia, amor, hambre, sed. 

Condicionados a reproducir los mismos parámetros, a mantener las diferencias sociales, curiosamente a partir de la estandarización del consumo. Nuestros estímulos son mayormente visuales y auditivos; audiovisuales como la televisión y el cine . Sartori afirma que la televisión produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender.


Lo mismo podríamos decir del cine y de videograbaciones en internet, videojuegos, carteles y fotografías de ciertas campañas publicitarias, políticas o religiosas.

Así, el homo sapiens sapiens se torna en homo videns, en este último, el lenguaje conceptual (abstracto) es sustituido por el lenguaje perceptivo, (concreto) que es infinitamente más pobre: más pobre no sólo en cuanto a palabras (al número de palabras), sino sobre todo en cuanto a la riqueza de significado, es decir, de capacidad connotativa.

Los medios de comunicación manipulan a la sociedad que informan, (a partir de imágenes). Según la RAE:
manipular (Del lat. manipŭlus, manojo, unidad militar, y en b. lat. el ornamento sagrado). 1. tr. Operar con las manos o con cualquier instrumento. 2. tr. Trabajar demasiado algo, sobarlo, manosearlo. 3. tr. Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares. 4. tr. coloq. Manejar alguien los negocios a su modo, o mezclarse en los ajenos.


El sentido de manipulación que usamos, es el de ser una construcción de realidades mentales adulteradas o falsificadas con la finalidad de incitar a la acción o inacción en uno o varios aspectos de la vida cotidiana, como puede ser en la vida política, económica, erótica y pedagógica, a partir de la acepción de manipulación como intervención con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares. 

La creación de ilusiones es una de las más comunes y cotidianas, como señalamos anteriormente, el sistema capitalista nos ofrece la ilusión de que todos podemos ser millonarios, pero también nos dice que las cosas son así y no pueden ser de otra manera. ¡Sí! ¡Podemos ser ricos, pero el secreto es que para que haya ricos debe haber pobres y no hay otra manera! De esta forma se constituye una realidad social natural, y tendemos a asumir como normal lo que acostumbramos ver frecuentemente, y pensamos que es la única forma de ver y asimilar la realidad.
Nos regimos bajo los cánones de belleza de otros grupos sociales, económicos y políticos, pero en la práctica diaria, reproducimos, imitamos esos estilos de vida, aspirando a vivir de igual manera, y de esta forma somos cómplices del abuso de los grupos de poder que controlan la economía y política de nuestra sociedad. Pero no sólo nos regimos bajo los cánones de belleza, también pensamos y reflexionamos a partir de conceptos eurocéntricos, nuestra mirada se estandariza según lo que ciertos grupos de poder quieren para nosotros, y se extiende en todos lo actos humanos, hasta en la educación y la apreciación artística, pues definimos educación y arte según los paradigmas y conceptos europeos, a pesar de vivir condiciones materiales y simbólicas diferentes en este tercer mundo, desde el cual se escribe esta reflexión que por fuerza de hablar de imágenes, habla de política, economía, moral y estética.

Si consideramos además que una definición simple de lo que es una adicción, podemos sostener la tesis de que existe un uso adictivo de las imágenes en nuestra sociedad; 
adicción. (Del lat. addictĭo, -ōnis). 1. f. Hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas, o por la afición desmedida a ciertos juegos. 2. f. desus. Asignación, entrega, adhesión. 
Basta con ver la adhesión la entrega a las imágenes, para comprobar que tenemos un hábito, una entrega, e incluso, una formación política, económica, pedagógica, erótica y cultural fuertemente condicionada por el consumo de imágenes, y que dependiendo de los códigos para caso en particular, interpretamos, reproducimos, consumimos, y rechazamos cierto tipo de imágenes.


Lo veo y no lo creo

Como una alucinación visual, nuestra experiencia de vida tan real y surreal a la vez; es el tiempo, el espacio, la imagen que a veces, aunque esté en nuestras narices, nos negamos a creer, y optamos por pintar, dibujar, fotografiar, filmar, y escribir nuevas imágenes en las que nos refugiamos, satisfacemos, gozamos, reafirmamos, re-significamos, y re-inventamos como unos verdaderos yonquis, ya sea para evadir la realidad o para asimilarla según parámetros determinados.


Referencias

Aristóteles. Metafísica. Introducción, traducción y notas de Tomás Calvo Martínez. Editorial Gredos. Madrid. 1994

Buen Abad Domínguez, Fernando. Filosofía de la comunicación. Ministerio de información y comunicación. Caracas, Venezuela. 2006

Dussel, Enrique. Filosofía de la liberación. Editorial Nueva América. Colombia. 1996

Real Academia Española. www.rae.es

Saavedra Luna, Isis. La historia de la imagen o una imagen para la historia. Cuicuilco, vol. 10, núm. 29, septiembre-diciembre, 2003, Escuela Nacional de Antropología e Historia. México 

Sartori, Giovanni. Homo videns. La sociedad teledirigida. Taurus. España. 1997.

Sontag, Susan. Sobre la fotografía. Traducción de Carlos Gardini. Alfaguara. México 2006

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