Primero
la bóveda celeste con la más bella de las lunas, la de octubre, millares de
estrellas nova acompañarán tu noche, y no me gustaría caer en el cliché de las
fugaces, pero si tú lo quieres pondré una.
De
forma lejana colocaré una supernova para que disfrutes la belleza de su
destrucción, la inmensidad del espacio te absorbe y te sientes pequeña y privilegiada
al mismo tiempo. Un azul marino reina por todas partes.
Deslizaré
suave mi pluma para que sientas el viento cálido, se enrede en tu cabello y te
haga cerrar los ojos.
Tus
oídos alcanzan el sonido de las olas llegando a la playa, bajas la vista, el
agua te moja los pies y descubres que llevas puesto el vestido que no me gusta.
Abres los brazos y pareciera que notas
la rotación de la tierra y la velocidad de la traslación. El vestido se pega a
tu cuerpo por el viento que te toca con más fuerza; te inunda la libertad.
Inhalas
profundamente y descubres que hay más, desperdigadas por toda la costa graciosas
palapas, pero no hay nadie. Percibes a lo lejos el ladrido de los perros, miras
al horizonte y el mar bañando en plata se muestra imponte, tu monstruo favorito
y en lomo una pequeña barca que te recuerda a “El viejo y el mar”, la mar
como él decía.
José Juan López Palacios